Ice 70: navegar a bordo de un Stradivarius. Prueba de mar completa

Salida de prueba, primeras impresiones

Una vez familiarizado con los mandos, puse las manos en el timón y, a pesar del poco viento y de la mar gruesa que asolaba el primer día de pruebas, el Thalassa se puso inmediatamente en ceñida, aceleró rápidamente y alcanzó la velocidad del viento en un santiamén. Hay 5/6 nudos de viento verdadero y un buen metro de ola, condiciones que normalmente nos harían sufrir, pero el Thalassa, ligeramente inclinado hacia un lado, avanza como si nada. A 40 grados de la aparente, el barco acelera notablemente y supera en medio nudo la velocidad del viento. Se dan todos los requisitos para pasarlo realmente bien en condiciones óptimas.

Pero lo que me asombra es su capacidad para atravesar las olas sin aminorar la marcha, así como su tendencia natural a no balancearse, incluso a motor. Tomo nota mentalmente de estas características mientras volvemos al puerto. Se trataba de una salida de prueba, destinada únicamente a aparejar las velas por primera vez; volveremos a embarcar dentro de unos días, con el barco en perfectas condiciones.

Segunda salida, hoy va en serio

Volvemos a bordo de al cabo de unos días y encontramos el Ice 70 en perfecto estado. El bauprés ya está aparejado con el Código 0 enrollable y hay 7/8 nudos de viento estable en el exterior, el mar está ligeramente agitado. Salimos del amarre en un santiamén gracias a los dos propulsores de maniobra (proa y popa) y, con la misma rapidez, la vela mayor enrollable en la botavara se eleva, nos alejamos, desenrollamos el foque y nos vamos.

Le doy caña para que coja velocidad y Thalassa despega como un cohete.

No me malinterpreten, no arranca como un barco de carreras que vira y acelera de forma nerviosa. Reacciona más progresivamente, sin exasperarse, en un equilibrio general perfecto, como debe saber hacerlo un verdadero crucero de aguas azules. En poco tiempo, sin embargo, ya estamos a 8 nudos, lo que, teniendo en cuenta la velocidad del viento y el tamaño del foque, es mucho…

Navego cerca del viento y la inclinación aumenta. A 30 grados, navegamos a 7,4 nudos con menos de 8 de viento verdadero. La sensación es que podemos ir a cualquier parte en estas condiciones, el Ice 70 se desliza sobre el agua y corta las olas sin aminorar la marcha, navegando con una estabilidad y consistencia impresionantes.

Decido navegar incluso más cerca del viento, es muy sencillo, pulso el empujador que mueve la trasluchada en ceñida, doy un apretón al foque y….y el Thalassa no se detiene, a 20 grados de la aparente seguimos navegando a 6,6 nudos, el barco escora pero no parece ponerse nervioso, el timón permanece neutro y una vez más estoy impresionado por el rendimiento de este barco.

La quilla retráctil (de marca Cariboni) eleva el calado de 2,8 a unos impresionantes 4,5 metros y, tanto en ceñida como en términos de estabilidad, marca una verdadera diferencia, especialmente cuando se combina con un timón tan profundo como éste (2,8 metros).

Me alejo, cierro el foque, abro el Código O y es como poner el turbo. El Thalassa supera con creces la velocidad del viento y se pone a toda marcha. Volamos constantemente a más de 8 nudos, llegando casi a los 9 nudos en más de una ocasión. La velocidad es alta, pero lo que me sigue impresionando es la estabilidad y la calma con la que nos movemos a bordo en estas condiciones.

Dejo a regañadientes el timón al siguiente periodista y me siento a escribir mis impresiones en mi cuaderno. Sonrío cuando aparecen las primeras palabras que, quizá un poco bruscamente, describen mejor el resumen de estos dos días de pruebas.

«Cuidado astilleros del norte, tan dormidos en vuestro prestigio que no os disteis cuenta de que os pasaban alegremente de sotavento».

Porque este nuevo Ice 70, digámoslo sin miedo revential. navega y está construido mucho mejor que cualquier cosa que hayamos probado hasta ahora.

Datos de la prueba

Acerca del nuevo Ice 70

Aunque cada Ice Yacht es diferente debido a su construcción a medida, el Thalassa se construyó enteramente según las especificaciones de su afortunado propietario.

Construido en composite mediante la tecnología de infusión, el nuevo Ice 70 hace un uso extensivo de la fibra de carbono para el casco, la cubierta y las estructuras, garantizando así una gran robustez y unos coeficientes de seguridad notables. El aislamiento y la insonorización son excelentes, y cuando se baja a cubierta durante la navegación la sensación de paz y silencio es máxima, apenas se oye el batir de las olas.

Destacan el toldo totalmente retráctil y el bimini de carbono, solicitados específicamente por el propietario. El bimini está fabricado con dos arcos de carbono de perfil aerodinámico y dispone de iluminación interior. Los bancos de la bañera son de gran tamaño y, aprovechando la inclinación del salón elevado, ofrecen dos chaises longues que definir cómodas sería quedarse corto.

El plano vélico y de cubierta es sencillamente perfecto: trinqueta autovirante, foque de bajo solape y deflector estructural sobre el que aparejar el Código 0 o un gran gennaker. Este equipamiento, combinado con el enrollador de mayor en la botavara, confiere a este barco la capacidad de navegar en todas las condiciones meteorológicas sin esfuerzo ni riesgo.

Ocultos bajo la cubierta, los enrolladores y cabrestantes de amarre lo hacen todo muy sencillo sin comprometer el diseño magníficamente elaborado de este maxi yate que, de nuevo sin miedo, es realmente incomparable en términos de belleza.

Interiores

Y si las prestaciones nos han conquistado, es el interior el que da el golpe de gracia definitivo. La calidad de la mano de obra es visible en todas partes, con las mejores maderas y pieles utilizadas, y una gran cantidad de equipamiento y accesorios. Una prueba más de la indiscutible supremacía de la calidad.

El propietario del Thalassa demuestra aquí un gusto excelente y una amplia experiencia náutica.

Por un lado, las combinaciones de colores que, sin dejar de ser modernas, conservan un gusto por el arte marítimo que aquí es claramente visible y que, apoyo plenamente, sigue dándote la certeza de estar en un barco y no en la habitación minimalista de un hotel de cinco estrellas.

Por otro lado, la configuración de los interiores que utilizan toda la sección de popa del barco para alojar la cocina, los camarotes de la tripulación y un aseo de día indudablemente útil.

La cocina tiene forma de U y es la envidia de la de una villa. Es el punto central de la vida a bordo, conectado directamente con los camarotes de la tripulación a través de un pasillo interior, creando así una circulación a bordo digna de un superyate.

La dinette es interminable y aprovecha la manga máxima para ofrecer un montón de sofás y asientos. El uso del mamparo retráctil de la orza es ingenioso, ya que se utiliza tanto para crear un segundo salón privado (desde el que es posible ver la televisión de pantalla grande) como para delimitar los límites del camarote VIP, equipado con cabezal privado y ducha independiente.

Pero es el piso del propietario lo que realmente nos asombra. El pasillo conduce a estribor al cuarto de baño privado que, como era de esperar, es más que generoso en tamaño y tiene una ducha separada con un asiento tipo «sauna finlandesa». Siguiendo hacia babor hay un pequeño despacho privado que, equipado con una silla giratoria, estanterías específicas y una pantalla que reproduce los trazadores de a bordo, crea un entorno tan bello como útil. Detrás está la cama King Size del propietario, que es enorme y está rodeada de hornacinas y ventanas.

Especificaciones técnicas

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