Aquila 42 Coupeel catamarán que va a revolucionar el mercado cambia las reglas del juego. Prueba de mar.

No todos los días asistimos al nacimiento de un tipo de embarcación totalmente nuevo, pero con la introducción de la Aquila 42 Coupe, la industria náutica está dando un importante salto adelante. Tan elegante como un yate deportivo, tan cómodo como sólo puede serlo un catamarán, y equipado con un innovador sistema de foils, este multicasco está marcando una nueva pauta en el mercado.

Así que es fácil entender por qué, cuando me invitaron a probar la nueva Aquila 42 Coupe en un viaje de 300 millas náuticas desde Clearwater a Miami, dije inmediatamente que sí. Al fin y al cabo, muy pocos astilleros están dispuestos a realizar pruebas de mar tan largas y exigentes, dando a los que van a bordo la increíble oportunidad de experimentar una embarcación en condiciones reales. Además, la ruta de la prueba de mar del Aquila 42 Coupees espectacular.

El primer día, navegaremos por el Golfo de México (rebautizado Golfo de América a partir del 20 de enero), siguiendo la costa oeste de Florida durante 150 millas náuticas hasta llegar a Marco Island. Al día siguiente, continuaremos a lo largo de la península hasta los Everglades, rodeando el Cabo Sable -el punto más meridional del territorio continental de Estados Unidos- antes de serpentear por el laberinto de islas, islotes y aguas poco profundas de los Cayos de Florida. Nuestro viaje terminará en Cayo Largo, donde fondearemos frente a Cayo Calabaza para pasar la noche, tras recorrer otras cien millas náuticas.

En la mañana del tercer día, saldremos temprano para llegar a Miami justo a tiempo para llevar el Aquila 42 Coupe al Salón Náutico de Miami, donde hará su estreno mundial.

Aquila 42 Coupe Prueba de mar

Día 1

Para comprender plenamente el alcance de la innovación que aporta la Aquila 42 Coupe, realmente tienes que experimentarla de primera mano. El gran foil central que conecta los dos cascos es fijo y está diseñado específicamente para maximizar la eficiencia cuando se navega entre 30 y 50 millas por hora (aproximadamente entre 25 y 40 nudos), lo que supone una enorme diferencia respecto a la navegación tradicional. Usarlo es increíblemente sencillo: una vez que la embarcación se pone en el plano, ajustar el trimado no sólo cambia el trimado de la embarcación, sino que también afecta al ángulo de ataque del foil, elevando ligeramente el casco y reduciendo su peso efectivo en un 50% aproximadamente.

Este sistema funciona perfectamente con los motores fueraborda de última generación montados en la popa: un par de Mercury Verado V10, cada uno de 400 CV. A velocidades superiores a 30 millas por hora (casi 27 nudos), consumen sólo 4,2 litros por milla náutica -o, si lo prefieres, sólo 1 galón por milla terrestre.

Se trata de un resultado significativo, pues demuestra claramente la eficacia de un sistema capaz de reducir el consumo de combustible y las emisiones en un 40-50% en comparación con un yate tradicional del mismo tamaño.

Pero hasta que no estás a bordo de la Aquila 42 Coupe no aprecias realmente las ventajas de este sistema. En cuanto la embarcación planea -hoy, con una mar de proa pronunciada- el impacto de las olas casi desaparece, casi como si estuviéramos montados en una embarcación equipada con amortiguadores.

Quizá por eso, turnándome al timón con Jure Zule -mi compañero de viaje y Jefe de Desarrollo de Producto en Aquila Power Catamarans-, las primeras 150 millas náuticas pasan volando. El tiempo pasa agradablemente mientras charlamos e incluso hacemos una pausa para descansar en mi camarote. A pesar de navegar a más de 30 nudos, la Aquila 42 Coupe ofrece un nivel de confort muy superior a la media.

Llegamos a Marco Island justo cuando el sol empieza a ponerse. Navegando por el canal hacia las aguas interiores, llegamos sin problemas a nuestro amarre. Gracias a los fuerabordas y al sistema de dirección por joystick, atracar es pan comido, y en un santiamén estamos bien amarrados.

Después de ordenar el barco y preparar los camarotes para la noche, salimos a cenar. Los espacios a bordo son sencillamente enormes: no sólo la cubierta principal, que, gracias a su manga de casi 5 metros, ofrece el mismo espacio que un monocasco de 50 pies, sino también los dos grandes camarotes, que, para mi asombro, son esencialmente dos master suites, cada una con baño privado y ducha separada.

Guardar mi equipaje es pan comido. Llevo dos bolsas con ruedas para la cámara, un trolley lleno de ropa para dos semanas y mi mochila, y todo desaparece al instante en los armarios bajos de la cabina. Aún queda mucho espacio de almacenamiento, tanto en los armarios superiores como en los innumerables compartimentos que ofrece esta Aquila 42 Coupe.

Después de cenar, volvemos al barco y me voy directamente a la cama. Mañana nos espera otro día intenso.

Día 2

Despertarse en este catamarán es como descubrir que estás en una villa junto al mar. Salgo de la enorme cama y me meto directamente en la ducha, que es tan espaciosa que incluso puedo secarme dentro antes de salir. Me afeito como si estuviera en casa, y ya estoy listo para el café. Subo los cuatro escalones hasta la cubierta principal y contemplo la amplia cocina lineal, totalmente equipada con todo lo que pueda necesitar.

Los grandes ventanales de Aquila 42 Coupe ofrecen una increíble conexión con el exterior. Cuando sale el sol, todo queda bañado por un resplandor rojo intenso: qué espectáculo…

Partimos poco después y, al llegar a mar abierto, nos recibe una marejada decente, naturalmente, según la Ley de Murphy, justo en la proa. Tomo el timón, planeo el catamarán, ajusto el trimado y, como el día anterior, la magia vuelve a suceder. Gracias al gran foil central, la embarcación se levanta ligeramente del agua, reduciendo drásticamente los efectos de las olas.

De vez en cuando, nos topamos con una ola más grande, y al igual que un monocasco, el Aquila 42 Coupe levanta la proa antes de volver a asentarse suavemente, sin impactos bruscos: su capacidad para mantenerse en el mar es realmente impresionante.

Después de unas 30 millas, el mar por fin se calma. Estamos mar adentro, cerca del Parque Nacional de los Everglades, donde el agua está salpicada de innumerables boyas pequeñas dejadas por los pescadores locales. Es la excusa perfecta para poner a prueba la capacidad de giro del catamarán, así que, sin aminorar la marcha, ¡hago girar el timón con fuerza a estribor!

El Aquila 42 Coupe no se inmuta: se inclina ligeramente y realiza un giro increíblemente cerrado. La sensación es completamente distinta a la de un monocasco: la fuerza centrífuga aumenta, el radio de giro es cerrado, pero la embarcación se mantiene perfectamente nivelada, como si se deslizara por un par de raíles invisibles que la sujetan firmemente a su trayectoria curva.

Contraviro y, una vez más, el catamarán responde con prontitud y sin vacilar. El nivel de seguridad del Aquila 42 Coupe es realmente impresionante. Me enderezo y le paso el timón a Jure. Estamos navegando junto a otros Aquila Power Catamaransy es una oportunidad fotográfica demasiado buena para dejarla pasar. Bajo a cubierta para coger mi equipo fotográfico, empiezo a disparar y me detengo un momento: me doy cuenta de que navegamos a más de 40 nudos, pero el barco apenas se mueve. Vuelvo a hacer fotos, completamente tranquilo. Estoy en uno de los yates más estables del mundo.

Por la noche

Llegamos a Cayo Largo a última hora de la tarde y nos reunimos con el resto de la flota para fondear frente a Cayo Calabaza para pasar la noche.

Es impresionante la facilidad con que diez catamaranes se amontonan: todo el proceso no lleva más de media hora. Cuando el sol empieza a ponerse, corro a mi camarote, cojo el dron y lo lanzo inmediatamente. Este es el tipo de tomas que no me puedo perder.

La velada fondeada es sencillamente fantástica. Empezamos con sushi, preparado expertamente por Lex en el impresionante bar del Coupe 46, y luego pasamos a una barbacoa de hamburguesas preparada en la flybridge del Aquila 54. Salto de un catamarán a otro simplemente caminando sobre ellos: los cascos son sólidos como una roca sobre el agua, sin el menor atisbo de balanceo.

La vida en un multicasco es realmente otra cosa…